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Tres poemas de Esteban Rodríguez

Tres poemas de Esteban Rodríguez

Hoy es cuando una canción
se sube a la almohada
antes que el amanecer.
Preajustada en modo repetición
rueda por el cielo varias veces
y comienza a brillar sobre otras cosas también.
Para el desayuno, una estrofa, es un mantra
que va con los pasos suaves
de un aroma que no se consume.
Luego trabajar, siempre trabajar.
La melodía logra acomodarse
atrás de un párpado
o en una sonrisa desconocida.
Es brillo en una pantalla apagada.
Luego seguir, siempre seguir.
Saco los besos para llevar
recolectados temprano
es el paladar dulce en mi boca.
Los doblo de nuevo
los guardo en el bolsillo de la camisa.
Una mano sigue el ritmo
la otra oprime botones
y jala palancas
que ponen en marcha el atardecer.
Por fin le hago caso a la canción, hora de irse.

*

Entiendo cómo se siente
ser biología exótica
que solo suma, en una aritmética cósmica
que no considera detenerse
y que según mis cálculos
es igual a vulnerabilidad.
Ahora es mi asombro avanzando
que no considera detenerse
y observar todo desde una distancia
donde todavía soy rescatable.
Simulo ser el logro de un progreso replicable
inyectado en un molde
que brota de las paredes
y se incrusta en las pantallas
para pixelear el alma.
Por descontinuada que parezca,
una conciencia infinitamente grande
se mantiene en un organismo
infinitamente pequeño.

*

La fricción lo acompaña todo,
ya llegó, a lo que no hemos imaginado aún.
Algo dejó su marca contra otra cosa porque
todo es tinta
y dejó su historia en la fisura que
apenas empieza a abrirse.

Ateísmos frágiles y otros

Un mal de familia

© Samoa,