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Dark Times, Motherfuckers

Dark Times, Motherfuckers

Todo lo que no genera dinero está a medio paso de convertirse en problema. Es así. Podemos hacer flexiones retóricas o echar mano a la cursilería hippie, da igual. Más que una frase es un axioma: no admite discusión. Podemos llorar o reír, eso dependerá de otros factores, pero después de secarnos las lágrimas y los mocos o de acomodarnos la camisa y el pelo, ahí sigue la frase, como el dinosaurio de Monterroso. Ya veo ceños fruncidos y escucho murmullos de desaprobación, pero no me disparen a mí, soy apenas el mensajero. Vine en bicicleta a entregarles esto, cargo la mochila fluorescente de Glovo o Rappi o Uber Eats o cualquiera de esas. Soy apenas un colaborador (sic) de la precarización laboral. 

Marguerite Duras, escritora y cineasta fundamental del siglo XX, también una artista beligerante en su posiciones políticas lo dijo de forma más abarcadora, descomunal: "muy temprano en la vida me di cuenta de que ya era demasiado tarde". 

"Mamá, oigo borroso", le decía una niña de, digamos, 6 años a su madre mientras bajaban del autobús. Se me escapó el resto de la conversación, pero no necesité mayor contexto para entender perfectamente a qué se refería la niña. No a la parte anecdótica, si no a la conceptual o estructural. Allí en la parada de bus de San Pedro fui, transitoriamente, un psicoanalista artesanal. 

La niña no dijo veo borroso, que nada tendría de singular; sin saber que existe algo llamado sinestesia, condensó la sensación no tanto de estar fuera de lugar si no de sentirse corrida unos centímetros del eje. Que es, básicamente, la que nos embarga cuando llevamos una vida inclinados a meternos de cabeza en todo lo que no es útil, todo lo que escapa a la lógica férrea de las utilidades.

Vonnegut, escritor querido si los hay, lo señaló muchas veces a lo largo de su obra: decía que el espíritu de su país se resumía de forma lapidaria en una de las frases favoritas del gringo promedio "If you are so smart why are you not rich". Corren tiempos oscuros para este tipo de reflexiones, para estar situado en el lado del error, de lo que está a medio paso de transformarse en un problema. Ahí tenemos el recorte estatal en cultura, para no hablar del asedio constante a la educación y la salud pública. 

No seré conciliador, pero por lo menos no soy tolerante. Lo bueno es que ya anuncian para el 2023 la película gringa, basada-en-historia-real, Cocaine Bear

Fotografia de Lucas George Wendt.

El albañil

Chéjov/Solás

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