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En el estanque

En el estanque

Jueves 25 de abril, 13°C

Otro grado centígrado. Creo que no me gustaría que subiera mucho más. Cuando volvía nadando de espaldas, contemplando el cielo, las garzas pasaron volando en círculos, despacio, haciéndome compañía.

Sábado 27 de abril, 13,5°C

Ayer, que estuve muy ocupado como para nadar, llovió sin pausa. El viento cambió y empezó a soplar desde el este, volvió a hacer frío y las flores caídas volaban y golpeaban contra el parabrisas como si fueran copos de nieve. Hoy el viento sigue desde el este: sentí más frío afuera del agua que adentro. Pero mientras me secaba salió el sol y de pronto fue un día perfecto de primavera: tibio y fresco; ventoso, con sol y nubes veloces. Durante dos semanas al año, cuando se abren las flores de mayo, Inglaterra es el lugar más hermoso del mundo —hay pimpollos en todas partes, e incluso las calles quedan inundadas por ese olor dulzón—. En el estanque el perfume es todavía más intenso, y los árboles están en su mejor momento: las hojas ya brotaron por completo pero todavía son tenues y frágiles (como mis nietas). Es lindo estar vivo.

Domingo 28 de abril, 12°C

Otro día de primavera; sol y chaparrones fuertes, contrastes intensos —de a ratos un cuelo negro como la noche y al instante siguiente sol—. El viento forma unas olitas resplandecientes: se mueven tan rápido que antes de zambullirme siento un poco de vértigo. No hay aves en el estanque, sin embargo el aire está repleto del canto de los pájaros. Tampoco hay gente en el agua; nado solo. Los habitués van apareciendo de a poco y el agua todavía está demasiado fría para las multitudes veraniegas.

“Ah, estar en Inglaterra/
ahora que llegó abril. ”

En días tan lindos como este cualquier cliché funciona.

Martes 30 de abril, ¿12°C ?

Un clásico día salvaje: vendavales, tormenta de flores, los árboles se sacuden como locos. Tiradas en la cuesta, camino al estanque, una bombacha de nena y una media blanca; imagino que se las olvidaron ahí antes de que cambiara el tiempo. Según la pizarra, la temperatura del agua es de trece grados, pero parece más fría, y mis dos capas de ropa no me resultan suficientes. En la otra orilla, uno de los cisnes persigue a los gansos canadienses; y una solitaria pareja de patos avanza por las aguas agitadas. Sin embargo las lilas y las rosas ya se asoman por sobre las tapias altas de las casonas que dan a Millfield Lane, y todo está en flor. Me visto rápido y manejo hasta casa con la calefacción prendida.

Jueves 2 de mayo, 13°C

Después de varios días de chaparrones y vientos intensos, esta mañana el tiempo mejoró, aunque hacia el este todavía quedan bancos de nubes que amenazan con lluvia para más tarde. Trece grados es una temperatura perfecta: suficientemente punzante como para mantener el agua fresca. Nadé hasta la soga externa y volví por el camino más largo, casi dejándome llevar; después de un par de días de agotamiento, hoy salí del agua renacido. Los castaños de Indias ya tienen todas las velas encendidas, los espinos están glaseados de flores, hay un olor dulce en el aire. Mientras nadaba, Chris, el sastre, hacía su circuito diario; una mañana sin aves en el agua. Quizás sea el momento en que los pichones están por romper el cascarón, y muy pronto los padres van a desfilar guiando flotillas de anadones, polluelos, ansarinos y como sea que se llamen las crías de las gallinetas. Pero hoy, nada. Hasta el cielo parecía vacío.

Viernes 3 de mayo, 13°C

Otro día radiante radiante, voluble: todo sombras y resplandores, sol intenso, viento frío. Ni señales de los cisnes; los que sí volvieron son los gansos, los patos y las gallaretas: nadan de a dos. Incluso las palomas parecen volar en parejas. Nadé hasta las bolsas de paja de cebada —que siguen oliendo pésimo— como para recuperarme de los de anoche: lectura de poesía en el Voice Box y una cena carísima y mediocre en el People´s Palace. Ahora que salió mi New and Selected Poemas quiero empezar todo desde cero. Mañana vuelve a abrir el Estanque Mixto. Así que este podría ser mi último día en Highgate durante un par de meses.

Domingo 5 de mayo, 12°C

Otra vez en el Estanque Mixto. Un día freso y encapotado; el agua un poco más fría que en Highgate. Pero anoche comí y tomé demasiado, y me quedé despierto hasta tarde, así que necesitaba el frío. Es lindo volver, sobre todo porque tengo el lugar para mí solo. Acá el agua es más turbia, y el sol pega menos, pero el estanque en sí es mucho más bonito: rodeado de árboles que se vuelcan sobre el agua, un lugar casi desconectado del mundo. Los paseantes domingueros del Heath desfilan por el sendero, pero están demasiado lejos como para que me resulten una molestia. Me ducho —comparada con la del estanque, el agua parece tibia— y me siento en un banco a secarme y ponerme la ropa. Desde ahí ya no se ve el camino. Podría estar en cualquier parte. Es decir, en cualquier parte menos en medio de una gran ciudad. El lugar está lleno de flores de mayo y el perfume espesa el aire. Mi olor favorito.

Fragmento incluido en En el estanque (Diario de un nadador). © Editorial Entropía, 2018. Todos los derechos reservados.

Traducción de Juan Nadalini.

Fotografía Marina Kazmirova.

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